lunes, 11 de agosto de 2008

K2

El tiempo seguía malo desde hace dos meses, y 25 alpinistas estaban esperando a que mejorara. Cuando finalmente las condiciones se dieron, salieron todos juntos para cumplir su sueño: llegar a la cumbre del K2, a unos 8611 metros.


Pero la aventura no salió como la habían planeado. Eran muchos para subir juntos y el tiempo nuevamente empezaba a empeorar de forma repentina. Algunos decidieron abandonar la misión y bajaron hasta el último campamento antes de la cumbre; apenas llegaron, empezaron a recibir reportes de accidentes. Una pared de hielo se había desplomado a 8211 m de altura y varios habían caído con ella hacia abajo. Otros se quedaron arriba y no tenían cómo bajar, ya que las sogas fijas se habían destruido totalmente en el derrumbe. No había manera de descender.


La única ayuda que podían recibir era la de sus propios compañeros, porque a esa altura el aire es tan poco denso que el helicóptero de rescate no llega. Los sobrevivientes que se habían quedado debajo de la pared de hielo trataron de rescatar a los heridos; pero bajar a los que se habían quedado arriba era imposible. No había otra solución que dejarlos. Nadie sobrevive a esa altura.


“Quedarse en el K2 significa la muerte”, comentó al respecto el presidente del Club Alpinista en Pakistan, Sher Khan.


Aquellos que pudieron empezaron a descender, pero entonces la luz del día se apagaba. Sin sogas, sólo contando con la iluminación del casco y con mucho miedo trataron de bajar a los heridos hasta el campo. Pero empezaron a patinarse y a caer por el precipicio. Tres de ellos decidieron quedarse, esperando la mañana para seguir caminando.


Pero se habían quedado a 8000 metros sin carpas ni bolsas de dormir. La noche se llenaba de alucinaciones por la falta de oxígeno y al día siguiente no podían caminar por el congelamiento de los pies. Tuvieron que quedarse.
En total fueron 11 los que murieron tratando de cumplir su sueño durante estos días en el K2. Eran de Nepal, Korea del Sur, Pakistán, Serbia, Irlanda, Noruega y Francia.


Hoy bajó la última persona de la montaña. El italiano Marco Confortola no podía bajar con los otros y fue el último en llegar al campamento. Hoy descendió en helicóptero y está fuera de peligro. De los sobrevivientes, a uno se le tiene que amputar la pierna y a otro, una mano por congelamiento.